A menudo el londinense que escucha la consabida crítica a la escasa variedad y dudosa calidad de la cocina inglesa presume de que en su cosmopolita ciudad es posible encontrar los mejores ejemplos de una ingente variedad de tradiciones culinarias de todo el mundo en restaurantes de gran categoría. Y tiene razón.
A su limitada escala, Alicante se ha convertido en los últimos años en una de las urbes más cosmopolitas del país. Además de recibir todo el año un turismo extranjero que hasta hace pocos años pasaba de largo, gracias a la multiplicación de la oferta vacacional de los pisos turísticos, su sector del ocio se aprovecha de que la provincia es la tercera del país que cuenta con más extranjeros censados, solo superada por Madrid y Barcelona. Y son muchos los que acuden a la turística capital para encontrar diversión que rompa la monotonía de sus urbanizaciones, en busca de sus tiendas, sus bares y sus restaurantes.
Alicante se ha convertido en los últimos años en una de las urbes más cosmopolitas del país
Al hilo de su reciente nombramiento como Capital Española de la Gastronomía 2025, la ciudad, sus autoridades municipales, han lanzado una campaña publicitaria que pone el acento en la cocina local, con el arroz preparado en paella con sus múltiples variantes autóctonas como producto estrella. Y es cierto; son muchos los restaurantes especializados en arroz que merecen una visita. Pero la numerosa colonia extranjera residente en la ciudad ha creado en los últimos años una extensa y variada red gastronómica de alto nivel y variedad que muy pocas ciudades españolas pueden ofrecer. Aquí ofreceremos solo una limitada selección.
Asia.
Asika. Centro Comercial Torre Golf. Puede uno acomodarse en la postura del loto sobre un tatami, pero el riesgo de no ser capaces de incorporarnos nos hace optar por el asiento convencional. Los propietarios son chinos, pero combinan distintas tradiciones del continente asiático en menús variados y apetitosos que solo considera caros el que nunca ha pasado del arroz tres delicias y el cerdo agridulce. Esto es otra cosa.
Daikichi. Japonés. El éxito del pequeño local de la calle Segura les ha llevado a abrir un Daikichi beach en Playa de San Juan. Se puede comer en barra y admirar la pericia del chef, si uno es curioso. Y aprender que hay vida más allá del sushi.
Indian House. Muy buena relación calidad precio y una cocina tradicional hindú que no es que nos guste a nosotros, sino que aplauden los que saben de samosas, pakoras, curry, tandoori… como curiosidad, entre los postres figura una exquisita torrija de tamaño XXL, que conviene compartir. Eso no lo encuentras en Calcuta.
Italia.
Casa Mia. ¿Italiano? “Está muy visto, no voy a Alicante a comer en un italiano”. Error. Hemos recomendado mucho Casa Mia, en la nada turística calle Juan de Herrera, y hemos ganado muchos amigos. No hay carta. Natural de Módena, Andrea te sirve los entrantes que le da la gana y te sugiere el plato principal, que puede ser más o menos contundente, pero siempre sabroso. Desde una tradicional boloñesa que pasó ocho horas al fuego hasta recetas que no has probado jamás. Si vas en coche, mételo en el parking del Mercado o darás más vueltas que una peonza.
Perú (fusión).
Ñora y Ají. Donde fueres, haz lo que vieres; y los propietarios de Ñora y Ají decidieron que sus ceviches, causas limeñas, yucas, ajís y tiraditos podían combinar con los arroces de la tierra -casi todos marineros, por algo está ubicado en la apacible y poco concurrida dársena pesquera-. Y la cosa funciona tanto por la vertiente peruana como por la alicantina.
Georgia.
Shoti. En la tierra adoptiva del luchador Topuria no podía faltar la representación georgiana. Lo son los propietarios de la pizzeria Da Nonna Nina, que en la calle Alemania combinan sus demandadas pizzas con especialidades de su patria, y desde hace unos meses trabaja con notable éxito el nuevo Shoti, bajando por el Bulevar del Pla hacia El Garbinet, barrio apartado del circuito turístico. Muy ricos los khinkali de carne (ojo, mejor comerlos con la mano y sin dejar caer el caldo) y el kjhachapuri de queso (a compartir, salvo que sea uno el mismísimo Topuria intentando convertirse en peso welter).
Magreb.
TK Arabesco. Nos gusta todo: la decoración, la vajilla, la tetería, la bastela, el tajín de pollo, el de cordero, los dulces… hasta la calle, Segura, próxima a la animada plaza de Luceros y que cuenta con una librería donde dan de desayunar y/o merendar, con nombre de escritor de culto: Pynchon.
Griego-mexicano.
Steki. Son tan diferentes que solo dan de cenar y cierran martes y miércoles. Fernando y Olivia (de México y Grecia, adivinen quién es quién) le ponen encanto y dedicación extrema a una carta que nos volvió del revés. Hay que reservar con tiempo, porque se corrió la voz, claro. Inténtelo. No se arrepentirá.
Cuba.
La Ceiba. Local modesto en la anodina calle Berenguer de Marquina que, sin embargo, pilla a mano de todo porque es paralela a la avenida Alfonso el Sabio, a media distancia entre las estaciones de Mercado y Luceros. Tamales, ropavieja, cerdo asado, rabo de toro, tostones… todo lo que probamos nos gustó.
Y muchos más
Hemos seleccionado unos pocos, pero hay muchos más: Sabolé (venezolano ); Artesanía peruana (lo dice el nombre); Pelego (Uruguay, asados con muy buena carne, obvio); Aladdin (marroquí de toda la vida que gusta a los marroquís, que algo sabrán de esto); Suan Thai (si es bueno, qué hay mejor que un tailandés); Peccati de Goia (es obrador, así que puedes comprar pasta fresca y otros productos italianos); Mish-Mish (libanés, en la muy animada Plaza de San Cristóbal); Xata (Ucraniano: en Playa de San Juan, la atmósfera de una casa rural de un país con el que Alicante ha establecido un intenso lazo de amistad y solidaridad: Borsch -la tradicional sopa roja-, pasta rellena, ternera, cerdo, crepes de salmón…).